XVII

En la cima helada soplaba el viento; estiró su cuerpo sobre la nieve para disminuir la resistencia. Cada vez que espiraba, el hálito vital era barrido por las corrientes a ras del suelo. En la siguiente espiración, al despedir el vapor de su boca, cerró los ojos justo para tener tiempo de ver cómo se esfumaba el último aliento. Era una secuencia perfecta de desaparición, la conjunción de dos ausencias bajo un telón de fondo blanco. Todo había sido barrido en un doble movimiento. No veía nada. Dejó de respirar. Fundido a blanco.